Octavo disco de estudio de estos templarios del metal, y, por primera vez desde que
cambiásemos de milenio, el disco no está producido por Charlie Bauerfeind, porque, en
palabras de la banda "después de tantos discos colaborando, la rutina se había apoderado
de nosotros". Huyendo de eso, la banda sueca ha tomado las riendas de su propio disco y
han sido sus guitarristas, Oscar y Pontus, los que han parido (junto con la inestimable
ayuda de James Michael, que ha trabajado con Scorpions o Mötley Crüe) el que
probablemente sea el trabajo más arriesgado de Hammerfall y el que debería consagrarles
para siempre como los cabecillas del relevo generacional del heavy metal mundial.